Comentario
No se puede hablar de dada como algo unitario. No hay programa conjunto; hay centenares de manifiestos, declaraciones, panfletos..., todos distintos y contradictorios unos con otros y entre sí. Porque eso era Dada. "Estoy por principio contra los manifiestos -se lee en el manifiesto de 1918- como también estoy contra los principios". Y tampoco hay unidad en las obras. Por otra parte, las actividades del grupo de Zurich presentan unas notas distintas del berlinés y éste del neoyorkino, por hablar sólo de los más representativos. En Berlín los actos dadaístas se cargan de una significación política y de denuncia social de las que carecen los otros. Alemania atravesaba una situación especialmente dramática y los dadaístas allí se comprometieron abiertamente con los elementos y las ideas más críticas en aquellos años. No se trataba de jugar en Berlín, como de algún modo se jugaba en Zurich, desde la seguridad que daba una zona neutral a la que no había llegado la guerra. "Mientras los dadaístas de los países de la Entente bajo la dirección de Tristan Tzara, por dadaísmo no entienden todavía hoy mucho más que el arte abstracto, en Alemania, donde los presupuestos psicológicos para, una actividad en nuestro sentido son completamente distintos que en Suiza, Francia e Italia, el dada ha adoptado un carácter político determinado", escribían en el manifiesto dadaísta de Berlín en 1918.Pero la voluntad de destrucción dada casaba mal con la existencia de grupos organizados, y eso les ponía en cuestión a ellos mismos. Para ser coherentes tenían que dejar de ser. Dada, como escribió Richter, "fue una tormenta que estalló en el mundo del arte, como la guerra entre las naciones. Llegó sin previo aviso, surgida de un cielo encapotado y opresivo, y dejó tras ella un nuevo día en que las energías acumuladas, liberadas por Dada, se materializaron en nuevas formas, nuevos materiales, nuevas ideas, nuevos caminos...".Por eso, el fermento dada sigue siendo válido, porque las cosas no han cambiado tanto desde entonces y su puesta en cuestión del papel del arte en la sociedad sigue inquietando y apareciendo en rebrotes periódicos de neodadaísmos, aunque ninguno tenga aquella fuerza inicial de Dada.